martes, 30 de agosto de 2011

¡No abandones la pelea!


Una persona poderosa es aquella que decide dar pelea y se enfrenta a todos los gigantes.

La biblia establece un principio para que nosotros podamos estar fuerte frente a los acontecimientos, dice Romanos 8:37 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”

Por eso, no debemos abandonar la pelea. Porque la biblia es clara:

1. Antes: Esto quiere decir que, si va a comenzar a creer y vas a comenzar a pelear por tus sueños, “Antes” quiere decir, tienes que tener en claro cuál es tu posición…

2. En todas estas cosas: ¿Qué Cosas? Las cosas que estás viviendo.

Dios te dice: “Quiero que sepas que antes de todo, yo te entregue la victoria que estas anhelando” La entrega es espiritual, en otras palabras, yo lo conquisto en mi espíritu y luego lo hago natural.

He observado algo: Nosotros no tenemos mejores cosas, porque que en realidad no tenemos ganas. Suena feo pero es real. Si hacemos una análisis interno, nos daremos cuenta que es más fácil echarle la culpa a otros, en vez de levantarnos y seguir peleando.

El día que te decidas, ese día comenzaras a alcanzar lo que deseas. Aunque esto implique perder algunas cosas a las que te acostumbraste.

Por lo general las personas abandonan la pelea a mitad de camino, porque no esperaban que les sucedan las cosas que les sucedieron. Por ejemplo: Tomar una decisión, creyendo que era lo mejor y darse cuenta que ahora están perdiendo más de lo pensado.
Comenzar algo para el Señor y al cabo de un tiempo desanimarse porque no funciono.

Esto no puede suceder, debemos seguir peleando. Debemos seguir dando batalla, porque antes de todas las cosas que vivimos, somos más que vencedores.

Tres características para dar pelea

2 Timoteo 1:7 dice, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio…”

Timoteo estaba viviendo una situación difícil. Cuestionaban todo lo que el predicaba, incluso cuestionaban a su formador, Pablo. Timoteo fue atacado para que dejara de pelear, para que abandonara a mitad de camino y se apartara del propósito. Por eso Pablo le habla y le dice: (vs.6)te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos…” Y luego le dice: (vs.8) “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí…”

Todo está diseñado para que bajes los brazos. Pero tu fuiste diseñado en la eternidad para seguir dando pelea.

1. Poder: Esto es, que hemos recibido fortaleza en medio de la adversidad. Una persona poderosa es aquella que decide dar pelea y se enfrenta a todos los gigantes.

2. Amor: Esto es, la capacidad para dejar a un lado las heridas generadas por otros y seguir en busca del cumplimiento de mi llamado. Si a pesar de todo lo que te han hecho, sigues, es porque hay una manifestación de amor en tu vida. Se necesita amor para hacer las cosas.

3. Dominio Propio: Estos es, lograr cada día, sujetar todo lo nos tira hacia atrás en nosotros mismos. Pensamientos, pecados, emociones, actitudes, etcétera…

Cuanto más trabajes en dominarte, más satisfacciones vivirás en la tierra. Mas frutos darás, más Gloria alcanzaras…

Isaías 40:27-31 dice, “¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”

Cuando uno quiere bajar los brazos, comienza pensando, luego hablando y por ultimo haciendo las cosas mal.

La Palabra dice que Dios te “da esfuerzo”, no fuerzas. Cuando estás cansado, Dios te dice: “Levántate y esfuérzate”. Sólo el esfuerzo trae más fuerzas. Cuando Josué iba a entrar en la tierra prometida Dios le dijo: “esfuérzate y sé valiente”.

La Palabra nos dice que los jóvenes se fatigan y se cansan, flaquean y caen, pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas.

La incertidumbre se lleva las fuerzas, cuando la incertidumbre entra, se comienza a bajar los brazos. Se comienza a abandonar la pelea. Por eso el esperar en Dios te renovara, te dará unas fuerzas que no tuviste jamás.

Levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”

Dice la Palabra, levantarán, correrán, caminaran… Dios muestra claramente que va a llevarte a la acción. Al movimiento, a que sigas dando pelea, tras pelea, hasta que alcances la victoria total sobre todo lo que se ha levantado a tu alrededor…

No abandones la pelea… estas a la puerta de tu milagro…

miércoles, 10 de agosto de 2011

La voz de Dios y nuestra decisión

Si hay mil pasos entre nosotros y Dios, Él los dará todos, menos uno. A nosotros nos corresponderá dar el paso final. La decisión es nuestra.

Un buen piloto hace cualquier cosa con tal de llevar a sus pasajeros salvos a casa.Fui testigo de un buen ejemplo de esto una vez que volaba por algún lugar sobre Missouri. La auxiliar de vuelo nos dijo que volviéramos a nuestros asientos porque nos aproximábamos a una zona de turbulencias. Se trataba de un vuelo problemático y la gente tardó bastante en reaccionar; pero ella nos advirtió de nuevo: «Vamos a movernos, así que por seguridad, es mejor que se sienten».

Muchos lo hicieron. Pero unos pocos no, así es que ella cambió el tono: «Damas y caballeros, por su bien, ¡vuelvan a sus asientos!»
Creía que todos estaban sentados, pero era evidente que estaba equivocado, porque la próxima voz que oí fue la del piloto: «Este es el capitán Brown», anunció. «Hay algunos pasajeros heridos por ir al baño en lugar de permanecer en sus asientos. Queremos ser bien claros en cuanto a nuestra responsabilidad. Mi trabajo es pasar con ustedes a través de la tormenta. Su trabajo es hacer lo que les digo. ¡Así es que tomen asiento y abróchense los cinturones!»

En ese momento se abrió la puerta del baño y apareció un tipo con el rostro rojo de vergüenza y con una sonrisita tímida se fue a sentar.
¿Se equivocó el piloto en lo que hizo? ¿Fue demasiado insensible o poco cortés? No, todo lo contrario. Para él era más importante que el hombre estuviera a salvo aunque avergonzado, que no advertido y herido.

Los buenos pilotos hacen lo que sea necesario con tal de llevar a sus pasajeros a casa.

Así es Dios. He aquí una pregunta clave: ¿Cuánto quieres que Dios haga para prestarte atención? Si Él tuviera que escoger entre tu seguridad eterna y tu bienestar terrenal, ¿qué crees que escogería? No te apresures en contestar. Piensa un poco.

Si Dios te ve de pie cuando deberías estar sentado, si Dios te ve en peligro en lugar de verte a salvo, ¿cuánto quieres que Dios haga para que te preste atención?

¿Qué dirías si Él decidiera llevarte a otro país? (Como hizo con Abraham.) ¿Qué dirías si te llamara a dejar el retiro? (¿Recuerda a Moisés?) ¿Qué tal si te hablara un ángel o las entrañas de un pez? (Tipo Gedeón o Jonás.) ¿Qué tal un ascenso como Daniel o una destitución como Sansón?

Dios hace cualquier cosa con tal que le escuchemos. ¿No es ese el mensaje de la Biblia? La búsqueda implacable de Dios. Dios a la caza. Dios buscando. Hurgando debajo de la cama en busca de sus hijos escondidos, moviendo los arbustos rastreando la oveja perdida. Haciendo una bocina con sus manos para gritar por las quebradas. Luchando con los nuevos Jacobs en los enlodados Jabocs de la vida.

Por todas sus peculiaridades y desigualdades, la Biblia tiene una historia sencilla. Dios hizo al hombre. El hombre rechazó a Dios. Dios no se dará por vencido hasta que traiga al hombre de vuelta a Él. Desde Moisés en Moab hasta Juan en Patmos, ha podido oírse la voz: «Yo soy el piloto. Tú eres el pasajero. Mi trabajo es llevarte a casa. Tu trabajo es hacer lo que yo digo».
Dios es tan creativo como inexorable. La misma mano que mandó maná a Israel, envió a Uza a la muerte. La misma mano que dejó libre a su pueblo de la esclavitud en Egipto, lo envió cautivo a Babilonia. Bondad y austeridad. Ternura y dureza. Firmeza fiel. Paciencia urgente. Ansiedad tolerante. Suave en su gritar. Dulce. Atronador. Trueno apacible.

Así es como Juan vio a Jesús. El Evangelio de Juan tiene dos temas: la voz de Dios y la decisión del hombre. Y ya que este libro se basa en Juan, verás el mismo dúo: su voz, nuestra decisión.

Jesús dijo: «Yo soy el pan que da vida. Yo soy la luz del mundo. Yo soy la resurrección y la vida. Yo soy la luz del mundo. Yo soy la puerta. Yo soy el camino la verdad y la vida. Vendré otra vez para llevaros conmigo».
La proclamación de Jesús: siempre ofreciendo, nunca forzando:

De pie junto al paralítico: « ¿Quieres recobrar la salud?» (Juan 5:6).

Cara a cara con el ciego, ahora sano: « ¿Tú crees en el Hijo del hombre?» (Juan 9:35).

Cerca de la tumba de Lázaro, probando el corazón de Marta: «Y ninguno de los que viven y creen en mí morirá jamás. ¿Crees esto?» (Juan 11:26).
Probando la intención de Piloto: « ¿Eso lo preguntas tú por tu propia cuenta, o te lo han dicho otros de mí?» (Juan 18:34).

La primera vez que Juan oyó a Jesús hablar, este preguntó: « ¿Qué estáis buscando?» (Juan 1:38). Entre las últimas palabras de Dios, está todavía esta otra: « ¿Me quieres?» (21:17).

Este es el Jesús que Juan recuerda. Las preguntas sinceras. Las afirmaciones atronadoras. El toque suave. Nunca yendo donde no le invitan, pero una vez invitado, nunca se detiene sino hasta finalizar, hasta que se haya hecho una decisión.

Dios susurrará. Gritará. Tocará y forcejará. Nos despojará de nuestras cargas; y aun nos quitará nuestras bendiciones. Si hay mil pasos entre nosotros y Dios, Él los dará todos, menos uno. A nosotros nos corresponderá dar el paso final. La decisión es nuestra.

Por favor, entiende. Su meta no es hacerte feliz. Su meta es hacerte suyo. Su meta no es darte lo que quieres; es darte lo que necesitas. Y si eso significa una o dos sacudidas para que vuelvas a tu asiento, lo hará. La molestia terrenal es un agradable cambio para la paz celestial. Jesús dijo: «En el mundo habréis de sufrir; pero tened valor, pues yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).

¿Cómo podía hablar con tal autoridad? ¿Con qué derecho toma el mando? Simple. Él, como el piloto, sabe lo que no sabemos, y puede ver lo que no podemos.

¿Qué sabía el piloto? Sabía cómo volar un avión.
¿Qué veía el piloto? Turbulencias adelante.
¿Qué sabe Dios? Sabe cómo gobernar la historia.

¿Qué ve Él? Supongo que usted entiende el mensaje.

Dios quiere llevarte a casa con seguridad.

Sólo piensa en Él como tu piloto. Piensa en ti como su pasajero. Considera este libro como una lectura en vuelo. Y piensa dos veces antes de levantarte e ir al baño.

Por Max Lucado.